DISCAPACIDAD INTELECTUAL
Introducción del tema.
Las concepciones
históricas del “retraso mental” han ido cambiando con el paso del tiempo. A comienzos del siglo XX Ireland en
1990 define la idiocia como “una deficiencia mental o estupidez extrema que
depende de la desnutrición o de una enfermedad en los centros nerviosos, que se
presenta antes del nacimiento o antes de la evolución de las facultades
mentales, durante la niñez”.
Doll en 1993 añade como
aspecto fundamental en este cuadro el déficit en la competencia social del
individuo. Sin embargo Zazoo y otros en 1960 enfatiza que no se trata de un
desarrollo “detenido”, sino de un retraso en el desarrollo mental, una evolución
mental más lenta y atípica.
Entre los años 70 y 90 la
concepción más extendida es la adoptada por la APA en su manual DSM. Dicho
manual, en sus versiones III, IIIR, IV y IV-TR lo define como un trastorno de inicio en la infancia, la niñez o
la adolescencia cuyos criterios de diagnósticos fundamentales son tres:
- La capacidad intelectual significativamente inferior al promedio, el déficit o alteraciones de ocurrencia en la actividad adaptativa actual en por lo menos dos áreas. Y que el inicio sea anterior a los 18 años.
- El cociente intelectual es la relación establecida entre la edad mental de un sujeto y su edad cronológica. En términos psicométricos se identifica a alguien como deficiente mental cuando se hallan dos desviaciones típicas por debajo de la media de su correspondiente población, lo que equivale a un CI inferior a 70.
- El “retraso mental” en el DSM- IV lo clasifica en diferentes grados según su CI: leve 55 – 69, moderado 40 – 54, severo 25 – 39 y profundo 24 ó menos.
- La capacidad intelectual significativamente inferior al promedio, el déficit o alteraciones de ocurrencia en la actividad adaptativa actual en por lo menos dos áreas. Y que el inicio sea anterior a los 18 años.
- El cociente intelectual es la relación establecida entre la edad mental de un sujeto y su edad cronológica. En términos psicométricos se identifica a alguien como deficiente mental cuando se hallan dos desviaciones típicas por debajo de la media de su correspondiente población, lo que equivale a un CI inferior a 70.
- El “retraso mental” en el DSM- IV lo clasifica en diferentes grados según su CI: leve 55 – 69, moderado 40 – 54, severo 25 – 39 y profundo 24 ó menos.
En 1992, la American Association
on Mental Retardation plantea un nuevo
modelo conceptual sobre el retraso mental, dirigido por Ruth Luckasson.
En esta propuesta la AAMR
mantiene los tres criterios básicos de diagnóstico establecidos por el DSM,
déficit intelectual, déficit de la conducta adaptativa, aparición en la edad
del desarrollo, pero hace un cambio esencial: añade cinco premisas para su
aplicación, que suponen un notable cambio de perspectiva.
Premisa 1: Las
limitaciones en el funcionamiento del individuo deben considerarse en el
contexto de los ambientes comunitarios típicos de sus iguales en edad y
cultura.
Premisa 2: Una evaluación
válida ha de tener en cuenta la diversidad cultural y lingüística, así como las
diferencias en comunicación y en aspectos sensoriales, motores y
comportamentales.
Premisa 3: Las
limitaciones a menudo coexisten con capacidades.
Premisa 4: La descripción
de limitaciones debe orientarse a desarrollar un perfil de apoyos necesarios.
Premisa 5: Si se ofrecen
los apoyos personalizados apropiados durante un periodo prolongado, el
funcionamiento en la vida de la persona con retraso mental generalmente
mejorará.
Se trata de un modelo
ecológico y contextual: no se considera que el “retraso mental” sea algo
limitado a la persona, un rasgo de su personalidad, sino el resultado de la
interacción entre el individuo y su entorno.
En esta concepción, el
papel del entorno y los apoyos recibidos para el funcionamiento son aspectos
esenciales, sin menospreciar los aspectos biológicos.
Existen cinco grandes
dimensiones y apoyos que se reciben: habilidades intelectuales, conducta
adaptativa, salud, participación y contexto.
En el 2001 la OMS adopta
este enfoque interactivo y propone utilizar la denominación discapacidad
intelectual, abandonando las precedentes.
Existen aspectos
diferenciales en el desarrollo, como es el retraso, en el que las grandes
etapas de desarrollo evolutivo, y el orden en que aparecen en el mismo, son las
mismas que en el desarrollo “normal”, pero las personas con discapacidad
intelectual las recorren de forma más lenta, mostrando por ello un desfase
cronológico en la adquisición de las diferentes capacidades.
En el desarrollo
incompleto, a menudo las personas con DI no llegan a alcanzar el desarrollo
completo de las diferentes etapas evolutivas, de modo que dan la impresión de
mostrar “lagunas” y carencias en distintos aspectos, incluso en la edad adulta.
También nos podemos
encontrar con la heterocronía del desarrollo, como consecuencia del fenómeno
anterior, las personas con DI tienden a mostrar en cada fase evolutiva
desniveles mucho más acusados de lo habitual en el grado de desarrollo
alcanzado en diferentes capacidades. Mientras ciertas habilidades progresan de
forma más o menos cercana alas pautas evolutivas generales, otras están muy retrasadas
y presentan muchas lagunas.
Y por último, el déficit
de integración funcional, en el desarrollo “normal”, las diferentes capacidades
se van diferenciando poco a poco, es decir, de una capacidad general surgen
otras más específicas, pero al mismo tiempo se van integrando funcionalmente,
se relaciona con otras y se emplean de forma integrada para dar respuesta a las
necesidades de cada momento. En las personas con DI, este proceso no se produce
en el mismo grado ni con la misma velocidad, por lo que suelen mostrar una alta
“desagregación” de sus capacidades.
Para concluir, me gustaría
resaltar los servicios educativos con los que contamos, tales como, docente del
alumnado, docente del área, docente del PT, tutor, orientadora, monitores y
educadores especializados.
CONSEJOS PARA LAS FAMILIAS
La
familia es para el niño, su primer contexto de socialización por lo que es
imprescindible que estas tengan en cuenta algunos criterios que deben afrontar:
En
primer lugar es importante mencionar que la familia tiene que estar en contacto
continuo con la escuela y por lo tanto debe haber una relación bilateral por
ambos lados. Esta
relación ha de ser cercana y buena en la que fluya la comunicación por encima
de todas las cosas.
Es
imprescindible que los padres además de estimular al niño, promuevan la asistencia a la escuela,
que los motiven y les muestre interés por ésta para que además de acudir a la
escuela, lo hagan felizmente.
Las
familias tienen que ayudar al niño en todo lo que necesiten y acompañarle
siempre para que no se sienta solo, no obstante es imprescindible que no haya
una sobreprotección porque esto afectará negativamente en la relación del niño
con sus iguales y esto le podrá crear sentimientos de inferioridad.
Además
es tarea de las familias no exagerar o maximizar lo que esté ocurriendo en
casa, sino llevarlo lo más natural posible para que el niño no se sienta
diferente a los demás o en desigualdad de oportunidades.
Las
familias deben participar y colaborar con la escuela siempre, para que haya un mejor
rendimiento y desarrollo en el niño.
Hay
que tener en cuenta que la educación que reciba va a influir en la personalidad
del niño, por lo que no hay nada mejor que haya una unión intrínseca entre
ambos contextos tan significativos para el niño.
Es
necesario que las familias no muestren una actitud defensiva, aunque les cueste
aceptar la enfermedad. Tiene que estar dotados de paciencia y tolerancia ya que
la evolución suele ser lenta.
Tienen
que mostrarle al niño siempre una actitud positiva y alegre, para que éste se
sienta contento. Esto le dará al niño confianza y seguridad en sí mismo.
Por
último creemos que el hecho de llevarlo
a un colegio específico puede influir en el niño negativamente ya que lo hace
diferente o especial, por lo que si se hace debe ser de la forma más natural
posible y las familias tiene que haber logrado aceptar por completo esta enfermedad,
ya que todo lo que les rodea será de acuerdo y en relación a ella.
No
obstante si se decide llevar al niño a
un centro ordinario, se estará expuesto a conceptos como “el distinto”, pero en
el momento en el que comience a adaptarse y la familia trabaje con el colegio
se acabará extinguiendo estos conceptos.
De
todas formas se decida lo que se decida, la familia tiene que tener paciencia,
como he mencionado con anterioridad y además debe conocer todo acerca de la
enfermedad y haberla aceptado enormemente.
Con todo ello la evolución del
niño y la felicidad de todos estarán garantizadas.
Para
concluir hemos rescatado de internet una frase de Guevara (1996) que nos ha
parecido realmente interesante, y es la siguiente:
“La familia es la primera institución que
ejerce influencia en el niño, ya que transmite valores, costumbres y creencias por
medio de la convivencia diaria. Asimismo, es la primera institución educativa y
socializadora del niño, pues desde que nace comienza a vivir la influencia formativa
del ambiente familiar.”
CONSEJOS PARA LOS DOCENTES
En la escuela
debe existir una educación temprana desde la entrada del alumno con
discapacidad intelectual, ya que dependiendo de lo que aquí se estimule a los
niños, podrán llegar a alcanzar unas metas en diferentes ámbitos de la vida.
Por tanto, el
papel del docente en el aula debe ser el de participar en la evaluación
psicopedagógica, recogiendo, analizando y valorando información junto a los
demás profesionales de educación especial. Con esto, no nos referimos
únicamente que el docente esté para intervenciones, sino que debe tratar al
niño como niño que es, es decir, teniendo presente que al igual que el resto de
alumnos, tiene una infancia que vivir, y no debe estar siempre centrados en
pruebas y proyectos con el pequeño. Ante todo está la felicidad, el disfrute y
los sentimientos de estos. No hay que olvidar que todo aquello que se lleve a
cabo debe ser significativo para los pequeños y los docentes tienen también que
reforzar positivamente tanto el esfuerzo, como los logros parciales o
intermedios para su realización. A continuación pasamos a explicar brevemente
qué papel juega cada uno de los especialistas en el centro:
- Los maestros de aula son los docentes
que imparten las clases. El educador de aula debe construir proyectos de
investigación.
- Los maestros
de áreas elaboran la adaptación curricular significativa junto con el
profesorado de educación especial y también es responsabilidad de éste de
aplicar las adaptaciones con la colaboración de los maestros de psicología
terapéutica y asesoramiento del orientador.
- Los maestros de pedagogía terapéutica promueven la atención y desarrolla la prevención de las necesidades educativas
especiales.
- El Tutor es aquella persona que no sólo se
limita al ámbito docente con el alumnado, sino que le asesora, lo orienta, lo
ayuda y le hace un seguimiento. Los orientadores son los que asesoran en la prevención
y tratamiento educativo de las dificultades de aprendizaje, así como facilitar
información al profesorado, alumnado y
familia. Y los monitores y educadores especializados deben de
adaptar las actividades que hacen los alumnos según sus necesidades.
Esta colaboración entre docentes hace posible la identificación y tratamiento de quienes presentan necesidades educativas especiales con discapacidad intelectual, estableciéndose entre ellos un compromiso de intervención.
Es
necesario que los docentes conozcan a la familia del alumno en cuestión, para poder
llevar a cabo de la mejor manera su intervención. Es importante que conozca, o
al menos tenga una idea aproximada del nivel económico y socio-cultural, pues
dependiendo de estos valores será más fácil la colaboración con las familias.
Conocer a las familias es necesario para tener una idea aproximada de la
estimulación previa que ha recibido, la aceptación de ésta hacia la
discapacidad del niño, las posibilidades económicas de ofrecerles recursos que
ayuden al niño a mejorar, los valores que le estén transmitiendo al niño, etc.
Queremos
recalcar unas estrategias que pensamos, deben llevar a cabo los docentes, para
la mejora del funcionamiento del niño con discapacidad intelectual:
- Recogida de información.
- Elaboración de la información.
- Emisión de la respuesta ante la tarea.
- Recogida de información.
- Elaboración de la información.
- Emisión de la respuesta ante la tarea.
Estas
estrategias necesita de la observación, reflexión y anotaciones diarias de los
profesores para que resulten lo más verdaderas posible, haciendo posible una
intervención correcta.
ENLACES DE INTERÉS
Recursos bibliográficos
Propuesta de un plan para la coordinación de apoyos a menores con discapacidad intelectual con medidas protectoras. Silvia Montoya Haro, Manuela Crespo Cuadrado. Siglo Cero: Revista Española sobre Discapacidad Intelectual, ISSN 0210-1696, Vol. 39, Nº 227, 2008, págs. 91-104.
Educación para la salud en jóvenes con discapacidad
intelectual. Pilar Blanco,
Lucía
González, Isabel
Ausucua. Siglo Cero:
Revista Española sobre Discapacidad Intelectual, ISSN
0210-1696, Vol. 36, Nº
215, 2005, págs. 66-73.
Trastornos neuroconductuales en niños, adolescentes y
adultos jóvenes con síndrome de Down. George Capone,
Parag Royal,
William Ares,
Emily
Lanningan. Revista
Síndrome de Down: Revista española de investigación e información sobre el
Síndrome de Down, ISSN 1132-1911, Nº. 92, 2007,
págs. 27-40.
Los valores en los jóvenes con discapacidad
intelectual: un
estudio sobre los perfiles de socialización en una muestra de personas con
síndrome de Down. Dolores
Izuzquiza Gasset. Tendencias
pedagógicas, ISSN 1133-2654, Nº 8, 2003,
págs. 109-120.
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